miércoles, 30 de enero de 2013

Prados Soleados 61


Como la loca esta dice que cierra el blog, y el otro no le hace ni caso al suyo, nos vamos a poner cómodos por aquí, por lo que pueda pasar...

lunes, 23 de abril de 2012

¿Qué opinas del amor?

Eso me preguntó. Así, sin anestesia! y se quedó tan agusto la tía!
¿Qué opinas del amor?
Pues qué voy a opinar? el amor es lo más maravilloso que puede ocurrirte. Bueno, eso y tener un hijo, pero no me voy a poner más moñas, ni más realista! porque tener un hijo duele un montón y además es un dolor de cabeza que no se te quita en la vida!
Por dónde iba? ah, sí, el amor...
Yo soy de esas locas descerebradas e inmaduras que se enamoran una media de 5 ó 10 veces al día, pero eso no es el amor verdadero.
No voy a empezar a disertar sobre los tipos de amor porque todos sabemos de qué estamos hablando aquí: del amor que se siente por otra persona, y no precisamente por un familiar, aunque al final, todo es comparable.
Recuerdo que una vez me enamoré. De alguien que me correspondía, que eso ya es una suerte, pero era tan joven y tan inmadura que no supe apreciarlo hasta pasados unos cuantos años y unas cuantas experiencias. Después volví a sentirlo, en esta ocasión, por mi abuela. ¿Sabéis esa sensación de pensar que alguien pueda llegar a faltarte y te echas a llorar? te preguntas cómo será la vida cuando ella falte, y quieres atesorar en tu memoria todas esas palabras y momentos pasados con esa persona. Más tarde lo volví a sentir por mi hija. Realmente es un sentimiento de amor incondicional, el típico "daría la vida", pero es que en este caso es absolutamente cierto.
Pero sin lugar a dudas, el amor que me hace sentir más feliz, más realizada, más completa y con más fuerzas es el que siento por él.
Para mi el amor debe impulsarte a seguir, no por ti, sino porque la otra persona se merece que des lo mejor de ti. Cuando piensas que el tiempo que pasas con él nunca es suficiente, cuando "para siempre" se te antoja corto.
Pensar en la otra persona antes que en ti, organizar lo que haga falta para demostrarle por enésima vez lo que sientes. Cuidarle, preocuparte.
Tus planes pasan a ser nuestros planes. Su dolor, tu dolor, y consigue hacer surgir ese sentimiento maternal que te impulsa a querer cuidarlo como si estuviera desvalido.
Te empiezas a dar cuenta de que necesitas sus besos cada día y sus caricias forman parte de tus necesidades básicas.
Fantaseas con vivir tu vejez a su lado y de repente ya no tienes miedo de que tu cuerpo se aje y tu cerebro deje de funcionar como ahora, porque sabes que llegado el momento, la simple sensación de que está a tu lado, te sirve para sentirte feliz.

¿Que qué opino del amor? Que ahora que por fin lo siento, no quiero que se acabe nunca.

domingo, 4 de marzo de 2012

Instantes soleados

Sentados el uno frente al otro, en dos asientos del tren regional que se dan la cara, hace ya dos horas que salieron de la estación de Granada, con destino a Algeciras. Durante todo el trayecto, no han hecho otra cosa que mirarse fijamente, o esquivarse la mirada conscientemente.

Jorge, vestido con cierto aire retro, con unos pantalones de pana de color verde aceituna, y una chaqueta de tweed sobre su impecable camisa blanca con cuellos a los años 70. Lleva las mangas abrochadas como ya casi no las lleva nadie, con gemelos, unos caros gemelos de oro, herencia de su difunto padre. El reloj, también heredado, hace ya tiempo que dejó los escaparates, aunque nadie que viva en este planeta desconoce la marca. Es curioso, y ni él mismo lo sabría explicar, pero el reloj lo luce en la muñeca derecha, a pesar de ser diestro. Sus zapatos negros van impecablemente abrillantados con betún, son de cordones -puesto que él está convencido de que un zapato sin cordones no es un zapato elegante- y dejan entrever unos calcetines punto blanco de canalé, cada vez que cruza las piernas, posando su tobillo sobre la rodilla de la pierna contraria, para apoyar sobre éstas el periódico, que hace como que lee desde hace más de una hora, aunque no se ha enterado de una palabra de lo escrito sobre el papel. De vez en cuando alza la mirada sobre la montura de sus gafas de pasta para mirarla a ella, que enfundada en su vestido blanco con girasoles estampados, se hunde en su asiento con la mirada de fastidio y desdén que sigue a la insatisfacción.

Su mano derecha sujeta un libro de pastas blandas, edición barata, que se empeña en mantener entreabierto con su dedo pulgar por la página 132, aunque daría igual que quitase el dedo, porque el libro, de puro viciado que está ya, se volvería a abrir por esa misma página, hiciera uno lo que hiciera. El libro es de una célebre autora cuyo nombre no acierto ahora a recordar, y que dicen las malas lenguas que plagia más que escribe, aunque a ella le gusta una barabaridad. No es hoy precisamente el día para demostrar tal devoción, ya que Paula no ha leído ni una sola palabra desde que el tren salió de la estación, y no es porque haya abandonado la lectura, embelesada por el sol, que se colaba a raudales por las grandes ventanillas del vagón, sino porque no ha quitado ojo ni un momento a Jorge, presa de esa difícil sensación de mutismo que la atenaza cada vez que discuten y ella no sabe qué coño contestarle, de esa sensación desagradable de conversación inacabada, de necesidad de explicaciones sin las cuales quizá mañana sea demasiado tarde, aunque es muy probable que si abre la boca sólo consiga estropear las cosas aún más.

Hasta que por fin, Jorge, cerrando el periódico de golpe, le dirige una de esas inequívocas miradas de "voy a decir algo", y le espeta: ¿Pero a ver, por qué?

¡Porque no! contesta Paula sin pestañear.

Jorge la mira durante un par de segundos con cara de rabia contenida, que en cuestión de décimas vuelve a mutar a cara de indiferencia, para volver, instantes después, a reabrir su periódico. El tren avanza a su ritmo pausado y traqueteante por los soleados campos de la provincia de Sevilla, mientras el dedo pulgar de Paula se aferra a la página 132 de su libro.

martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo 1-c

Tras ese primer beso, el silencio se ha convertido en el convidado de piedra entre nosotros. Simplemente nos pusimos a andar y hemos terminado en una de las calles comerciales de la ciudad sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta ahí.
Mi cabeza no deja de dar vueltas y de hacerme preguntas. ¿Qué pasará ahora? ¿le invito a mi casa? Pero pensará que soy una fresca. ¿Y por qué iba a pensar eso? imagino que él también tendrá ganas de sexo, ¿no? bueno, en realidad, a lo mejor no le he gustado, a lo mejor es de los que "regalan" besos. Venga, Maripili! ¿qué tonterías estás diciendo?No, perdona, no es ninguna tontería, el beso no entraba en los planes de hoy. Sí, claro, entraba tirártelo a lo loco en tu casa de forma salvaje, a mí no me engañas!. Vale, coño, pero una cosa es tirármelo de forma salvaje y otra que me bese a la salida del restaurante! y las caricias, y los jugueteos...Tú estás tonta, Maripili, ¿no te estarás enamorando?. Anda! no digas tonterías! ¿cómo voy a enamorarme de un tipo al que prácticamente no conozco y al que tan sólo he besado una vez?. Tienes razón, sería de locos.

- Maripili, tendrás que perdonarme, llevo todo el paseo callado pensando en mis cosas.
- ¿Qué? ¿eh? sí, no pasa nada, no te preocupes, yo estaba distraída fijándome en lo maravillosa que es la arquitectura de los barrios antiguos de la ciudad.
- Sí, tienes razón. La verdad es que vives en una ciudad preciosa. Emmm....no sé cómo planteartelo, pero la verdad es que el beso que nos acabamos de dar me ha dejado tan.....me ha parecido tan......ha sido tan.....uf! no consigo arrancar! jajaja. Como te decía, que me apetece ir contigo a tu casa si a ti te apeteciera también, pero después de este beso, también me gustaría dejarlo así, irme a mi ciudad, y pensar en nuestra siguiente cita.
Oh-Dios-Mío! ¿has oído? ¿y ahora qué le digo? joder joder joder.....
- Vaya....la verdad es que a mi también me ha gustado mucho, y también tengo ganas de ir a mi casa. Vamos a casa, te invito a un café, sin presiones, de verdad, ¿y hablamos de nuestra siguiente cita?
- Muy buena idea, perfecto, Maripili.
Joder joder joder...y ahora, ¿qué?

- Bueno, pues esta es mi casa....¿Cómo quieres el café? ¿sólo, cortado, con leche?
- Contigo.

viernes, 24 de febrero de 2012

Capítulo 1-b

Joder! qué tirón! claro, intentar girarte con estilo cuando careces de él, significa contractura seguro! Pero ha merecido la pena....O eso creo! no es como en las fotos que me había enviado. En algunas cosas es mejor. Sí, creo que haciendo balance de todo, y si este dolor en el cuello me deja razonar unos segundos más, creo que en vivo y en directo, está mejor que en las fotos.
Él me sonríe y directamente posa su mirada sobre mi escote. Esto va bien! además es capaz de mantener la conversación mientras me estudia. La cosa promete!
Caminamos hacia el restaurante y durante el trayecto, de forma disimulada, roza mi mano en un par de ocasiones. Ains! que esta noche triunfo!
El momento de elegir menú siempre es delicado. Debe ser algo que no te provoque mal estar, que dé la sensación de que no eres una milindres comiendo, pero debe ser algo que puedas atacar con cuchillo y tenedor. Creo que un segundo plato de pescado y verdurita es perfecto!
Pan para dos, ligeros roces bajo el mantel, un "prueba mi carne, está en su punto" que recibe un " pues el pescado está delicioso, prueba", una botella de vino que alegra nuestros ojos y un postre a medias es el perfecto final para una comida de ensueño.
Al salir del restaurante, me abre la puerta galante y me coge de la cintura para invitarme a salir. Mi espalda se tensa, intentando transformar mi piel en una sustancia pegajosa que consiga que su mano no pueda liberarse nunca. Como si mis deseos impronunciados y mi mente fueran un libro abierto para él, su mano sigue apoyada en mi cuerpo aún después de salir del restaurante. Al sentir una ligera presión que me acerca a su cuerpo, decido apoyar yo también la mano en su cintura, y así, con la respiración contenida y el deseo de que el tiempo se pare, sus labios acarician los míos en uno de los besos más tiernos y suaves que pueda nunca recibir una mujer.

miércoles, 22 de febrero de 2012

The Serranitoh. Capítulo 1

El amor lo puede todo, el amor lo puede todo, el amor lo puede todo.....este es el mantra que me repito a mi misma desde hace un tiempo.
Todo empezó durante el verano del año pasado. Estaba yo tan feliz divorciandome de mi marido cuando le conocí. Dicen que internet aleja a las personas, que las aísla, como no podía ser de otro modo, la regla no se cumple conmigo.
Tenía un maravilloso blog que me ayudaba a compartir mis miserias en la blogosfera, así las penas eran menos, y por un comentario en uno de mis escritos, empezamos a hablar de forma privada. Nos pasamos muchas horas frente al ordenador hablando de todo a la vez, y la llama de la ilusión por alguien especial comenzó a brillar.
Durante el mes que duraron nuestras conversaciones por chat, yo había comenzado una dieta que fue cogiendo fuerza con el paso de las semanas, el enamoramiento es lo que tiene, te quita el apetito. Ya me había gastado la mitad de la nómina en modelitos nuevos de una talla menor en previsión a la cantidad de kilos que iba a perder. No intentéis entenderlo, por la misma razón por la que los vendedores de zapatos aún nos siguen estafando con la milonga de que esas maravillosas botas de piel auténtica por el irrisorio precio de 150€ que te aprietan el pie cederán, nosotras siempre nos compramos la ropa pequeña con la ilusión de que tras la dieta, nos quedará impecable.
Lo malo, es que la ansiedad me da hambre, así que la semana anterior a encontrarme con él, mi apetito voraz ocasionó que esos modelitos que había comprado, me quedaran pequeños. Me planté en el fin de semana F a unas horas del día D con un ataque de ansiedad horrorosa porque mi pelo estaba absolutamente indomable, aún tenía los puntitos rojos en las piernas después de hacer ya 3 días de la cera, y sin nada que ponerme!!!!!

Los planes estaban claros, comidita en un restaurante de moda, paseíto romántico por las calles y....lo que surguiera. Claro! es muy fácil crucificarme! como vosotros tan sólo lo estáis leyendo! pero yo soy una mujer con mis necesidades,  y llevaba todo el año sin satisfacerlas, así que cuando me surgió la posibilidad, francamente, lo primero que hice fue pedir cita para hacerme la cera.

El día ya empezó mal. Los nervios no me dejaron dormir bien y a las 6 de la mañana ya estaba en pie dando vueltas por la casa sin saber muy bien qué hacer. Si esto me ocurriera todos los días, dejaría de llegar tarde a trabajar y quizá mi jefe me empezara a mirar con más respeto.
Me metí en la ducha y decidí dedicar la mañana a mimarme; masajes, pedicura, hidratación, vamos, lo que viene siendo un completo. Tenía tiempo de sobra, así que cayeron 3 ó 4 cafés durante la mañana. Terminé el ritual hacia las 12 de la mañana, así que me maquillé y decidí sentarme en el sillón tranquilamente a fumar un cigarro antes de vestirme. Tanta relajación, mimos y un par de paracetamoles hicieron el resto, me quedé dormida! Cuando la típica pesadilla recurrente me despertó mientras caía al vacío, no sabía muy bien ni dónde estaba ni quién era. Un primer vistazo al espejo lo dejó claro: era una puñetera loca, con los pelos de nuevo de punta y el maquillaje corrido. Además, me había quedado dormida con el cigarro encendido y mi sillón tenía un precioso boquete. Mierda, mierda, mierda! me cago en San Murphy! en una hora debía estar en el centro de la ciudad y tenía que volver a meterme en la ducha!
Bien, no hay dolor. En menos de 15 minutos, ya estaba con el pelo más o menos colocado acorde con las leyes de la gravedad, y los 3 kilos de maquillaje habían pasado a ser una mínima capa de crema con color y un poco de rimel.
Me metí dentro de lo que pensaba que me quedaba mejor: unos pantalones piratas y una camiseta ligeramente ceñida con un escaso pero sugerente escote, y salté a la calle.
- Joder! la vecina de abajo! tengo que dejar de bajar por las escaleras, esta santa mujer se tira el día limpiando la mirilla!
- Hola, Maripili, ¿dónde vas tan guapa? anda que, hoy te has despertado pronto, ¿no puedes dormir?. Madre mía, no me extraña, con el calor que está haciendo por las noches, es prácticamente imposible dormir.
Ayer se lo decía yo a Juanita, la del 2º B...
- Tere, perdóneme, pero llevo un poco de prisa, a la vuelta la veo.
Oh! el autobús! ¿quién me mandaría a mí ponerme medio tacón?! ESPERE, SEÑOR POR FAVOR, NO CIERRE! bien! ya estoy arriba, parece que el día no será tan malo después de todo.
Después de más de media hora en el metro, parece que por fin llego al centro. Un ejército de pocoyós, doras y un spiderman con sobrepeso, me cierran el paso, pero con un par de ágiles movimientos de cadera, llego al lugar pactado con tan sólo 15 minutos de retraso. Son las 2 y cuarto y no hay nadie en la fuente de la plaza. No puede ser! ¿me ha dejado tirada? ¿cómo osa...?
- Hola. ¿Maripili?
El tiempo se para. Alguien me roza la cintura y consigue erizar cada poro de mi cuerpo. No le he visto aún la cara pero, ¿es demasiado pronto para declararle amor eterno? Como si de un anuncio de champú se tratara, me giro lentamente mientras mi melena ondea al viento.